Es en general conocido que en la vida todos nuestros actos generan consecuencias, pero ello no significa que esto sea verdaderamente comprendido en su real magnitud.
La consolidación de nuestra marca personal, puede llevar un periodo de tiempo relativamente largo, y un solo error o una serie pequeña de ellos, a los que no les hemos dado importancia, pueden acabar con todo nuestro esfuerzo.
En un momento en el que la mayor parte de nosotros comparte casi todo a través de las redes sociales, la gestión de nuestra imagen y reputación, se está convirtiendo en más complicada que nunca. Es muy importante presentar una imagen que refleje bien quiénes somos tanto a nivel personal como profesional. Debemos asegurarnos que existe una coherencia entre lo que transmitimos en las diferentes plataformas, medios y contextos.
Nos enfrentamos a diario a situaciones de tensión en todos los aspectos de nuestra vida, lo que para nosotros puede ser una injusticia y producirnos una reacción visceral, quizás para muchísimas otras personas no lo sea. La “inmediatez”, la reacción “en caliente” a la hora de interactuar en las redes sociales, hace que muchas veces se produzcan situaciones comprometidas y poco deseadas. El saber reflexionar, medir y valorar nuestras palabras, nos ayudara sin duda a mantener una mejor relación con nuestro entorno.
Hoy más que nunca el sentido común y la serenidad nos ayudaran a preservar nuestra marca personal.
Todo el mundo tiene una marca personal. La gente toma decisiones basadas en esa marca, en esa propuesta de valor, decisiones como contratar o promocionar, otorgar un proyecto o crear un equipo de trabajo. No podemos ser pasivos, en nuestras manos esta construirla sobre la base de las fortalezas y los valores que tenemos.
Antonio Verdera